sábado, 30 de abril de 2011

Del ser y estar de la persona

La soledad, una extraña sensación que arrecia en los momentos más trágicos. Se la colma de prejuicios, pero tiene dos caras. Una nos funde al horizonte de sentido, otra nos arrastra hacia el desierto. Esta dicotomía, patente en otros ámbitos de la existencia, se nos presenta con huracanada fuerza cuando referimos a ella.
Los que viven en los extremos de esa racionalidad-irracionalidad se confunden, se tornan huraños para sí mismos. Luchan por todo, y lo hacen como el caballero de la triste figura contra los gigantes. Todo se torna en real o en irreal demasiado pronto. Abandonan siempre por desconfianza a los escépticos. Huyen y huyen hacia adelante, sin rumbo fijo. Olvidan la lección de la historia.

1 comentario:

  1. Llega un momento en esa huida en el que el solitario cae. Y en ese punto de la historia, la dicotomía se acentua. Ni un paso atrás, ni el lujo de permanecer estático son opciones para la vida. La soledad, eso sí, sigue fluctuando entre la serenidad y la pesadilla. Es entonces, cuando miras a los escépticos con otra cara. Porque también tienen razón.


    Un día en cualquier parte, en algún lugar indefectiblemente te encontrarás a tí mismo, y esa, solo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas. (Pablo Neruda)

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