viernes, 29 de abril de 2011

Ignorar lo tenue. Abrazar la vida.

En las nubes. Cegado por la incoherencia ajena y la incomprensibilidad. Indignado. Así es como ha de verse cualquier persona non grata a la debacle de nuestros días. Donde este el progreso que me lo digan. Las barbaries se multiplican. Los crimenes de lesa humanidad. Las matanzas. La hecatombe. Algunos hablan de un final de los días - tantas veces anunciado - que ya hasta se repite en ese espectáculo para masas que es el fútbol que de tanto poder como acumula ha empezado a utilizar conceptos teológicos schmittianos: amigo y enemigo. Aquello de lo que nunca podemos huir. Todos somos humanos; algunos hasta de inconstancia imberbe. La responsabilidad nos ignora; la hemos dado la espalda. Por eso que la libertad se aleja y nos acercamos cada día más, irremisiblemente, a los confines del totalitarismo.
[Postdata: A menudo se producen luces verdes. Orgiasticamente. Es Hegel contra Benjamin. ¡A las barricadas!]

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